El gran recuerdo

El gran recuerdo

¿Por qué Gaia Das? GAIA - El Espíritu de la Madre Tierra, la gran madre, la Diosa del planeta. DAS - Servidora, Devota.

El despertar espiritual es una aventura sin retorno. Trae consigo placer y amarguras. Nos des-arma y nos trans-forma. Toda la vida es diferente. Todo lo que miramos en retrospectiva deja de ser lo que creímos que era. Esta aventura es eterna porque nos invita a navegar la profundidad del Ser.

Escribo sobre mi camino, por si mis pasos ayudan a guiar los tuyos.

Quiero partir por el final, por mi conclusión. 

La vida es hermosa, compleja y deliciosamente perfecta.

La vida es lo que creemos de ella y eso nos da el mayor talento de todos, el de Dios. Nos permite elegir qué queremos de la vida, qué esperaremos de ella, qué crearemos con ella, qué le cambiaremos y qué perpetuaremos. Todo a nuestra disposición. Y si, a veces este "poncho nos queda grande", a veces nos sentimos inútiles frente a ella, insuficientes, incapaces. Pero ella sigue siendo este lienzo lleno de infinitas cualidades y posibles manifestaciones, y sólo depende de nuestro estado y de cómo nos acercamos a ella, cómo responderá a ese impulso, a esa dedicación.

Me di cuenta que de nuestra Atención nace todo. Es la reina de la fiesta. Es de donde nacen todas las posibles vibraciones del ser humano. Si queremos mantenernos en la vibración de una idea o cambiar a otra, debemos movilizar nuestra atención. Y es tan fácil como permitirnos aceptar que otra realidad es posible y darle nuestra energía, empaparla de nuestro Ser y permitir que se manifieste. Aprendemos a usar la magia de la paciencia, de la escucha, de la contemplación, de las sutilezas. Aprendemos a Ser la vida misma. Aprendemos a navegar en su ritmo. Ser la naturaleza desplegándose con sabiduría. 

He querido partir contándote mi conclusión del camino que he transitado, para que sientas que sin importar lo que he vivido, o lo que cualquiera ha vivido, hemos de llegar a algún puerto algún día, hemos de encontrar nuestro propio rumbo. Le encontraremos sentido a nuestros pasos.

El camino que he recorrido, más allá de cada evento que lo compone, se siente como si estuviera recuperando la memoria de algo sagrado.

Ahora si, te cuento un poco. Antes del 2018 le daba a la vida otro valor, usaba otras miradas, tenía otra perspectiva y acercamiento. Sufría mucho, era la víctima de todo lo que me había sucedido y el o los culpables eran todos los demás. Estaba agotada de luchar, sin saber por qué estaba luchando. Era infeliz. No tenía sentido del humor, era grave y estaba furiosa. Escondía tanto mi sensibilidad y vulnerabilidad que no reconocía que las tenía. Me juzgaba por lo externo, estaba segura de que yo era sólo mi cuerpo y mi mente. Creía en la energía pero como algo físico, no entendía que era la vibración base de la existencia, ni menos que yo era parte de la mente que podía usarla para crear mi mundo. Vivía según patrones aprendidos, con los que me identificaba, o por aceptación o por rechazo, pero no había nada original que naciera de mi corazón. Estaba segura de que no había una chispa de creatividad en mí. Como verás, le he dado un giro de 180° a esta visión, y así lo siento.

Luego de un par de sucesos, que sólo en retrospectiva puedo relacionar con mi despertar, aunque aún en muy pocos meses, todo cambió. Lo he comentado en redes sociales y conversaciones, mi despertar a mi naturaleza espiritual fue casi espontáneo y brutalmente honesto. Para mi mente fue violento, ya que atentó contra todas mis más arraigadas creencias.

Así no más, sentí presencias angelicales a mi alrededor, que me hacían sentir que "mi verdad" era una postura que debía soltar y allí estaban haciéndome sentir amada, protegida, comprendida. Y entendí que al tocar esas energías, podía cambiar cómo me sentía, y así todo lo que pensaba, y luego se derretían mis creencias del mundo y de quiénes éramos todos. 

Pude ver y sentir el campo áurico de Gaia, el espíritu de madre Tierra. Me conecté con los árboles, los pájaros, los animales, y la inocencia y sabiduría de mi pequeña hija de pocos meses. Y no me sentí distinta de todo eso, al contrario, era completamente nuevo y abrumador sentir que yo era lo mismo, y que estábamos unidos por algo invisible a los ojos, pero potentísimo y cierto para la dimensión del corazón. Dimensión desconocida hasta ese momento para  mí, llena de información confusa y malinterpretada. 

Fui capaz de percibir las Presencias de Maestr@s Espirituales activando mi chakra del tercer ojo y mi chakra de la coronilla, todos los días. Me dediqué a meditar sin parar y a recibir lo que me daban, y así se fue activando mi percepción extrasensorial con mucha agudeza. Todo esto pasó tan rápido que mi cuerpo no lo podía asimilar. De pronto me encontré sintiendo sus voces en mi cabeza, respondiendo cualquier duda que tuviera sobre el funcionamiento del mundo y la consciencia.

Fue hermoso, pero me sentí destrozada. Era tanto que asimilar. Todo era distinto a como yo creía. Todo era perfecto, y mi mundo de malas intenciones e injusticias sin sentido ya no tenía cabida. Había magia en cada Presente y yo era parte de eso, yo estaba AHÍ, siendo observadora del desenvolvimiento de la inteligencia divina. ¿Pero, cómo? si hace un mes no creía en Dios. Me sentía encandilada por tanta luz, y mi mente devastada por la verdadera naturaleza que llenaba mi existencia. Algo tan hermoso, y aún así, no era fácil de sostener. 

En las visiones que tenía supe que era parte de algo grandioso, que no existe porque yo existo individualmente, era el Todo. Reconocí en la Unidad a eso que algunos llamaban Dios. Supe qué era eso para mí y para estos Seres luminosos que me mostraban sus realidades y dimensiones. Pasé días llorando de emoción y suspirando por cada cosa que contemplaba, una hoja, un animal, una canción. Todo lo que era creado tenía una naturaleza divina que por fin podía apreciar.

Supe con certeza que mi vida ahora tenía una misión. Que era un Espíritu habitando este cuerpo y usando esta mente, y que me había convertido en esto por una razón muy importante. Al entender esto se comenzó a revelar mi propósito. Al aceptar toda esta nueva verdad y dejar que se cayeran los velos que sostenían mis antiguas creencias, fue quedando lo verdadero, mi naturaleza cósmica me acompañaba, siempre lo había hecho, esperando el momento de revelarme nuestro dharma. Tenía que servir a Gaia. Era parte de la humanidad y tenía que aprovecharlo para, desde adentro, cambiar la vibración de la Consciencia humana. Había venido desde muy lejos a este planeta para ayudar a que la humanidad recordara, para que pudiéramos evolucionar esta tecnología bioenergética que llamamos Ser Humano. Y lo haría simplemente siendo quien era ahora, aceptándolo y siendo coherente con esta nueva verdad por el resto de mi encarnación. No podía hacer nada más. Nada más tuvo sentido. Nada más sería tan importante. Ver cómo lo haría era parte de un plan, y ahora que había entendido cómo funcionaba esta realidad, dejaría que el Universo me mostrara los pasos a seguir y yo me refugiaría en el corazón para seguir sus latidos y dejar que guiaran mis próximos pasos. 

Y así comenzó mi servicio.

Si, quería que todos recordaran y sintiera el gozo, la plenitud y la certeza que yo sentía, pero supe de inmediato que no podía obligar a nadie, porque ninguna mente cambiaría por presión; porque yo sabía lo que era sostener otra visión de la realidad y que nadie, con ningún argumento, te puede mover de ahí. Sólo se puede esperar tu momento de evolución, en el que la suma de tu intercambio energético produce un click interno y todo se revela. De todas maneras, estaba decidida a convertirme en alguien que ayudara a los demás a que este cambio no fuera tan impactante y solitario como había sido para mí, y que aunque significara cambiar mi vida entera y mostrarme públicamente y sobrellevar lo que eso significaría, yo atravesaría lo que fuera por ayudar a otros a navegar el cambio de un mundo basado en la mente, la separación y la tercera dimensión, hacia las dimensiones superiores y la Unidad. Y confieso, mi gran dolor fue porque sobre todo, me sentí muy sola, muy muy sola. Sentí que nadie me podría guiar, que nadie respondería mis dudas existenciales. Se había agravado mi sensación de no pertenecer, ahora sí que no encajaba en el mundo. Así que le rogué a estos Seres de Luz que habían empezado a llegar a mi lado, que por favor hicieran que alguien cercano a mí "fuera" a esta realidad conmigo. Y me dijeron que esperara, que no me quedaría sola, que no sería siempre así, que ya llegaría el momento en el que todo cambiaría. Y así fue, hoy soy parte de una comunidad maravillosa de Seres comprometidos con su Recordar, que comparten esta visión de la vida, y a quienes puedo ayudar a procesar toda esta transformación. 

...

Al principio nos identificamos con la mente, con la historia que nos contamos sobre las experiencias que tenemos, con las sensaciones de falta de amor, con la inconsciencia.

La vida cambia.

Las cosas se vuelven difíciles. Los procesos de transformación se acentúan. Las sombras se iluminan. La mentira cae y los traumas se presentan. 

La vida cambia.

Nos identificamos con la energía, la naturaleza, la belleza, con el flujo, la bondad, la compasión, la serenidad, la confianza y la alegría. 

Recordamos.

Amamos.

Servimos.

 

¿Por qué Gaia Das? GAIA - El Espíritu de la Madre Tierra, la gran madre, la Diosa del planeta. DAS - Servidora, Devota.

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