El despertar espiritual es una aventura sin retorno. Trae consigo placer y amarguras. Nos des-arma y nos trans-forma. Toda la vida es diferente. Todo lo que miramos en retrospectiva deja de ser lo que creímos que era. Esta aventura es eterna porque nos invita a navegar la profundidad del Ser.
Escribo sobre mi camino, por si mis pasos ayudan a guiar los tuyos.
Quiero partir por el final, por mi conclusión.
La vida es hermosa, compleja y deliciosamente perfecta.
La vida es lo que creemos de ella y eso nos da el mayor talento de todos, el de Dios. Nos permite elegir qué queremos de la vida, qué esperaremos de ella, qué crearemos con ella, qué le cambiaremos y qué perpetuaremos. Todo a nuestra disposición. Y si, a veces este "poncho nos queda grande", a veces nos sentimos inútiles frente a ella, insuficientes, incapaces. Pero ella sigue siendo este lienzo lleno de infinitas cualidades y posibles manifestaciones, y sólo depende de nuestro estado y de cómo nos acercamos a ella, cómo responderá a ese impulso, a esa dedicación.
Recordamos.
Amamos.
Servimos.
 
                    